¿Qué es el miedo?
El miedo puede definirse como una emoción intensa que indica que la persona atribuye un significado de peligro a la situación en la que se halla, situación que percibe y comprende como una amenaza vital. Cuando existe dificultad para identificar el contenido o la inminencia de la amenaza se hablaría de angustia y se relacionaría con la espera y con la imprecisión o carencia de objeto. Cuando la amenaza se percibe como inminente, el miedo se puede transformar en terror o pánico.
El miedo se da en las personas y en las relaciones sociales, se extiende por entre quienes comparten contexto, personas y grupos que interaccionan, que tienen intereses y necesidades, que se fijan propósitos, que están inmersos en relaciones sociales de poder.
En un momento de crisis económica, el miedo se respira en el ambiente. Los empleados que siguen en plantilla, viven con el vértigo de no saber hasta cuando durará su buena suerte. Lo cierto es que el miedo a veces, se utiliza como coacción creyendo que produce un efecto positivo en la persona. Sin embargo, nada más lejos que la realidad. Se trata de una emoción que resta creatividad, ilusión, talento, capacidad de mejorar...
Pero en el ámbito laboral existen jefes de todo tipo. En este sentido, aquellos que son despóticos tienen una capacidad nula de poner en práctica la empatía, es decir, de ponerse en lugar de otro. Del mismo modo, algunos jefes tienen un concepto tan equivocado de la autoridad que se sienten bien sabiendo que produce un cierto temor en sus empleados. La realidad es que un empleado
debe sentirse seguro ante su jefe para poder hablar con confianza de temas
importantes.
Es decir una empresa debe:
potenciar la libertad, generar entusiasmo, crear un ambiente positivo y
de calma, en vez de dar señales de alarma ante las que cualquier trabajador
se siente desprotegido e indefenso. En un momento de crisis económica, el
líder debe ser aquel que se encargue de templar los ánimos y de generar un
valor de equipo y de unión.
Sin embargo, ante la falta de resultados deseados, puede crecer el miedo al fracaso. Utilizar el miedo como coacción n es bueno ni en el ámbito laboral ni tampoco en el terreno educativo a nivel familiar.
Pero además, a veces, el miedo también nace de uno mismo y de las propias inseguridades, por ello, es esencial aprender a relativizar.
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